La crisis está siendo especialmente virulenta para las pequeñas empresas y los autónomos, tradicionalmente uno de los segmentos que más furgonetas y vehículos comerciales ligeros adquirían. Según informan Ganvam y Anfac, uno de cada dos vehículos comerciales que circulan por nuestras carreteras tiene una antigüedad superior a los diez años.
La primera impresión que podemos extraer de esta noticia es que los autónomos lo están pasando verdaderamente mal. Pese a que las furgonetas son bienes que se desgastan con el uso, no las pueden renovar con la frecuencia deseable. Y lo peor es que, en muchos casos, este tipo de vehículos son sus únicas herramienta de trabajo. En concreto, las ventas de furgones a profesionales autónomos ha bajado un 29,4% respecto al año pasado. Con un volumen total de 26.245 unidades, son los que más dificultades están teniendo a la hora de acceder al crédito, lo que plantea una perspectiva muy negativa ya que el 75% de las operaciones de este segmento se financian.
Con un total de 104.228 vehículos comerciales ligeros, el año termina con un descenso del 10,1% respecto a las matriculaciones del año 2010. Pero este diferencial, que indica una tendencia descendente, no deja lugar a dudas sobre el problema acuciante al que hay que hacer frente: el envejecimiento del parque. Porque no olvidemos que una furgoneta vieja genera una serie de problemas que desgranaremos a continuación.
A nivel medioambiental, debido al uso masivo y continuado al que se someten estos vehículos, los efectos sobre la contaminación son mucho más altos. Cuanto más tiempo lleven en funcionamiento, más altas serán sus emisiones contaminantes. Y lo peor es que están todo el rato circulando, muchos de ellos en trayectos exclusivamente urbanos. No hay más que fijarse en las humaredas negras que sueltan las típicas camionetas viejas, llenas de hollín, ruidosas y destartaladas.
Por lo que respecta a la seguridad, creo que es evidente que las diferencias entre un vehículo comercial nuevo y otro viejo son abismales. Si tenemos en cuenta que muchos de los de hace más de diez años no disponían de control de estabilidad o de cualquier otra medida de seguridad, podemos imaginar el nivel de peligrosidad al que hacen frente simplemente por el hecho de trabajar conduciendo.
Aunque lo que más preocupa a cualquier profesional son los costes. Tengamos en cuenta que los vehículos industriales viejos son más costosos de mantener. A parte de los servicios de inspección y mantenimiento necesarios, la posibilidad de que surjan averías es mayor cuanto más antigua es la camioneta. Si añadimos además el uso abusivo al que se someten a muchos de estos vehículos, así como un trato no muy cuidadoso, la susceptibilidad de que se averíen aumenta mucho. Pongamos un ejemplo: repartidor autónomo propietario de su furgoneta. Pese a ser vieja, dado el aumento de los precios del combustible y la reducción de márgenes, no puede hacer frente a la compra de una nueva. Pero pongamos que en el peor momento -cuando más trabajo hay o cuando menos liquidez tiene- se rompe y le cuesta la reparación 2.000 euros. Lo lógico, si quiere seguir trabajando es que la arregle aunque no tenga de donde sacar el dinero. Creo que entenderán que el problema es de difícil solución.
Ene 19 2012
El parque de vehículos comerciales ligeros en España, excesivamente envejecido
La crisis está siendo especialmente virulenta para las pequeñas empresas y los autónomos, tradicionalmente uno de los segmentos que más furgonetas y vehículos comerciales ligeros adquirían. Según informan Ganvam y Anfac, uno de cada dos vehículos comerciales que circulan por nuestras carreteras tiene una antigüedad superior a los diez años.
La primera impresión que podemos extraer de esta noticia es que los autónomos lo están pasando verdaderamente mal. Pese a que las furgonetas son bienes que se desgastan con el uso, no las pueden renovar con la frecuencia deseable. Y lo peor es que, en muchos casos, este tipo de vehículos son sus únicas herramienta de trabajo. En concreto, las ventas de furgones a profesionales autónomos ha bajado un 29,4% respecto al año pasado. Con un volumen total de 26.245 unidades, son los que más dificultades están teniendo a la hora de acceder al crédito, lo que plantea una perspectiva muy negativa ya que el 75% de las operaciones de este segmento se financian.
Con un total de 104.228 vehículos comerciales ligeros, el año termina con un descenso del 10,1% respecto a las matriculaciones del año 2010. Pero este diferencial, que indica una tendencia descendente, no deja lugar a dudas sobre el problema acuciante al que hay que hacer frente: el envejecimiento del parque. Porque no olvidemos que una furgoneta vieja genera una serie de problemas que desgranaremos a continuación.
A nivel medioambiental, debido al uso masivo y continuado al que se someten estos vehículos, los efectos sobre la contaminación son mucho más altos. Cuanto más tiempo lleven en funcionamiento, más altas serán sus emisiones contaminantes. Y lo peor es que están todo el rato circulando, muchos de ellos en trayectos exclusivamente urbanos. No hay más que fijarse en las humaredas negras que sueltan las típicas camionetas viejas, llenas de hollín, ruidosas y destartaladas.
Por lo que respecta a la seguridad, creo que es evidente que las diferencias entre un vehículo comercial nuevo y otro viejo son abismales. Si tenemos en cuenta que muchos de los de hace más de diez años no disponían de control de estabilidad o de cualquier otra medida de seguridad, podemos imaginar el nivel de peligrosidad al que hacen frente simplemente por el hecho de trabajar conduciendo.
Aunque lo que más preocupa a cualquier profesional son los costes. Tengamos en cuenta que los vehículos industriales viejos son más costosos de mantener. A parte de los servicios de inspección y mantenimiento necesarios, la posibilidad de que surjan averías es mayor cuanto más antigua es la camioneta. Si añadimos además el uso abusivo al que se someten a muchos de estos vehículos, así como un trato no muy cuidadoso, la susceptibilidad de que se averíen aumenta mucho. Pongamos un ejemplo: repartidor autónomo propietario de su furgoneta. Pese a ser vieja, dado el aumento de los precios del combustible y la reducción de márgenes, no puede hacer frente a la compra de una nueva. Pero pongamos que en el peor momento -cuando más trabajo hay o cuando menos liquidez tiene- se rompe y le cuesta la reparación 2.000 euros. Lo lógico, si quiere seguir trabajando es que la arregle aunque no tenga de donde sacar el dinero. Creo que entenderán que el problema es de difícil solución.
By Altrade • Venta de vehículos • 0 • Tags: bajada en las ventas de coches, caída en las ventas, camiones, camionetas, furgones, furgonetas, matriculaciones, nuevo, opinion, vehiculo, vehículos comerciales ligeros, vehículos industriales