Las familias del motor: los Toyoda

Esta serie de artículos sobre las familias del motor parece un estudio de la industria del Eje antes de la Segunda Guerra Mundial. Y esto se debe a que los principales grupos automovilísticos del mundo tienen su origen en países que luego formaron parte del Eje. El único de los grandes fabricantes que no pertenecía al bando perdedor de la Segunda Guerra Mundial fue la General Motors, a la que dedicaré un especial más adelante. Tras haber escrito sobre la familia Porsche –creadores de marcas emblemáticas como Volkswagen o Porsche- y la familia Agnelli –con su buque insignia Fiat-, ahora toca el turno a la familia Toyoda, y su gigante Toyota.

Como es habitual en la industria del automóvil, la marca en sus inicios proviene de otros sectores de actividad. En concreto, de la fabricación de telares industriales. El primero de los Toyoda, el genial inventor Sakichi Toyoda, fijándose en el telar que utilizaba su madre con gran esfuerzo, pensó que había que mejorarlo. En 1894 concibió una máquina de enrollar hilo que utilizó para su primer tejedora automática en 1897. Son los momentos de actualización de Japón. La nación se encontraba inmersa en la Era Meiji, período de modernización impulsado por el emperador Meiji, que quería convertir a su país en una gran potencia mundial.

Muy implicado con el negocio textil, en 1918 Sakichi fundó la empresa de hilos y tejidos Toyoda Spinning and Weaving Co. En 1926, cuando había perfeccionado su telar automático, montó la sociedad Toyoda Automatic Loom Works Ltd. para producir sus propios ingenios.

La mayor contribución de Sakichi Toyoda a la industria fue la implementación del Sistema de Producción Toyota«Toyota Way»– que primero se utilizó en la elaboración de tejedoras para luego ejecutarlo en la construcción de automóviles. El fundador de la empresa se había percatado de que los operarios en muchas ocasiones eran menos productivos debido a que muchos de ellos caían en la monotonía y el tedio, por culpa de las tareas repetidas hasta la saciedad. A partir de esa premisa, decidió crear una filosofía de trabajo totalmente novedosa, basada en eliminar todos los elementos innecesarios en el área de producción. De ese modo se obtienen ahorros espectaculares en los costes de fabricación, consiguiendo una mejora de la calidad.

Para diseñar este sistema, Sakichi contó con la colaboración de su hijo Kiichiro Toyoda y del ingeniero Taiichi Ohno. Los tres tenían claro que cualquier fábrica debe asegurarse una correcta adaptación a las fluctuaciones de la demanda, manufacturando sólo la cantidad requerida en cada momento. Además, todos los elementos de la organización deben implicarse en la creación de artículos de calidad. Por ello, siempre se ha dicho que este sistema productivo se preocupa especialmente por el personal, al que se forma y capacita para desempeñar un mayor número de operaciones, siendo capaces de asumir cada vez más responsabilidades y solucionar problemas.

En 1933, tras el fallecimiento de su padre, Kiichiro Toyoda asume el control del recién creado departamento de vehículos. Se puede decir que la división automotriz es la determinación póstuma de Sakichi, que estaba convencido del gran futuro de dicho negocio. La decisión se debió a un viaje que hicieron padre e hijo a Estados Unidos, en donde vieron el gran éxito de la producción de coches en serie. Para atraer a la buena suerte, se decidió transformar el nombre de la empresa de Toyoda a Toyota Motor Co. Este cambio se debe a que el ocho es el número de la buena suerte, y Toyota en katakana se escribe con ocho trazos.

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Tras muchas pruebas y errores, en 1936 se inició la comercialización del modelo AA sedán, el primer automóvil japonés, que se distribuyó principalmente entre políticos y directivos de empresas. Esta incipiente singladura empresarial se vio paralizada durante la Segunda Guerra Mundial, tiempo que dedicó Toyota a la fabricación de material bélico.

Como en todos los países que resultaron derrotados en la contienda, la reconstrucción fue muy dura. Pero el estoicismo japonés y la capacidad de sacrificio contribuyeron al renacimiento de la industria automovilística. Aunque también influyó la buena suerte del nombre de ocho trazos, porque el mismo día en que estaba programado el bombardeo de sus instalaciones principales en Aichi, Japón se rindió con la consiguiente cancelación del ataque. Si se hubiese destruido la planta, es probable que la tarea de reedificación hubiese sido mucho más gravosa.

En los años cincuenta, la corporación empezó a exportar vehículos a Estados Unidos, sin poder imaginar que un día llegarían a ser líderes de ventas, por encima de aquellas marcas que motivaron a los Toyoda a dedicarse a fabricar coches.

Aceptando el «deshonor» de una puntual bajada en las ventas y en la rentabilidad de las operaciones, en 1948 había dimitido de su cargo Kiichiro, falleciendo cuatro años después. Pero la familia siguió controlando la empresa a través de su primo Eiji Toyoda. El que había sido su mejor confidente, conocía el negocio al dedillo. Se puede decir que Eiji ha sido el gran impulsor del crecimiento a nivel mundial y un gran visionario que ha sabido dar a los clientes lo que necesitaban. Con la intención de introducirse en el mercado de los utilitarios, aprobó la fusión con Daihatsu. Y cuando observó que en Estados Unidos marcas como Mercedes o BMW no eran capaces de abastecer al segmento del lujo, decidió dar vida a una nueva marca denominada Lexus.

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En los años noventa, Eiji decidió retirarse, siendo sucedido por su hijo Shoichiro, que se encargó de consolidar la expansión internacional de la firma y de promover nuevos diseños y avances tecnológicos que seguirían posicionándoles hacia el futuro. En 1997 lanzaron el Toyota Prius, el primer turismo híbrido del mundo, y seguramente uno de los que más aceptación han tenido.

Actualmente el líder de la compañía es Akio Toyoda, hijo de Shoichiro, la cuarta generación del clan al frente del negocio. Aunque hoy en día Toyota es un gigante global, Akio parece estar preparado para sujetar con fuerza las riendas. Conoce la mentalidad occidental ya que, al contrario que el empresario japonés medio, ha estudiado en el extranjero y tiene un MBA en una universidad americana. Quizás por eso la marca comenzó a cimentar el futuro haciéndose globales. En paralelo al desarrollo de los vehículos híbridos, trabajaron con ahínco para fabricar mecánicas de explosión más fiables. En Europa, con una personalidad distinta a la japonesa y americana, se hicieron famosos por vender coches más pequeños con buenos motores diésel, la gran asignatura pendiente del resto de marcas asiáticas.

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De no haber sido por el terremoto de 2011 y las llamadas a revisión de más de ocho millones de sus modelos, Toyota seguiría en los primeros puestos de ventas junto a mastodontes como Volkswagen o General Motors. En cambio, Akio tuvo que dar la cara por un error que ha hecho caer muchos enteros la credibilidad de la marca. Traicionando los principios de calidad del “Toyota Way” inventado por su abuelo, tuvo que asumir los errores que causaron problemas en los aceleradores y demás componentes que afectaban a la seguridad. Por mucho que hayan certificado que sus modelos son seguros, la sombra de la sospecha sigue recayendo sobre unos procesos de fabricación negligentes. Está por ver el resultado de estas últimas crisis. ¿Será capaz el último de los Toyoda de hacer frente con solvencia a tan graves problemas?