Parece que los coches híbridos están de moda. De hecho, si ustedes leen este blog con asiduidad habrán observado que es el tema -y lo seguirá siendo- de varios artículos. Y no es que sea yo un fanático de este tipo de automóvil. ¡Líbreme Dios! Si quieren una confesión, les diría incluso que cada vez me estoy posicionando más en contra de esta clase de vehículos a medio camino entre uno eléctrico y uno de gasolina.
El motivo de esta reflexión es muy sencillo. Navegando por la red, me he encontrado con unas declaraciones extraídas de la conferencia impartida por Francisco Javier García Sanz, en el marco del Foro “España Innova”, evento organizado por Nueva Economía Fórum. El titular no dejaba ningún lugar a dudas: “El coche híbrido enchufable es el futuro del automóvil”. No me gusta descontextualizar unas declaraciones. Todavía menos que un conferenciante exponga frases tajantes pensando más en el titular que en su argumentación. Mas creo que la frase es suficientemente definitoria de la intención que tienen los fabricantes.
Si partimos de lo que teníamos hasta ahora, que era el coche con motor de combustión, la tendencia que se está imponiendo para el futuro es la de los motores eléctricos. Y esto no me termina de convencer por varias razones. Sobretodo por las baterías. Mientras no se diseñen baterías con mayor capacidad y más ligeras, que tarden poco tiempo en recargarse, la autonomía de un vehículo eléctrico será muy reducida. Algunos fabricantes creen que la solución se encuentra en el intercambio o alquiler de las baterías. Es decir, cuando una se agote, el cliente acudirá a una estación de servicio donde dejará su pila agotada y le proporcionarán una nueva a plena carga, pagando una determinada cantidad por el servicio. Pero claro, mientras no se estandaricen las baterías, y aumenten el número de unidades vendidas con motor eléctrico, a ver quién es el valiente que monta un negocio con muy pocas posibilidades de ser rentable a corto o medio plazo.
Por eso, parece que la tendencia dominante es la de enchufar el automóvil. Y claro, eso obliga a llenar las calles y los garajes de puntos de recarga para que cada coche, mientras no se está usando, pueda enchufarse como actualmente hacemos con el teléfono móvil. Pese a que creo que aún tardaremos tiempo en ver nuestras aceras llenas de cables atravesados para recargar los diferentes modelos eléctricos, nos podemos encontrar con otro problema añadido. Si las empresas eléctricas se quejan del déficit tarifario, qué ocurrirá cuando los vehículos eléctricos sean mayoritarios. Creo que las compañías comenzarán a subir el precio del kilovatio hasta límites insospechados. Es de cajón: a más demanda, mayor precio. Con el agravante de que España no puede producir toda la energía eléctrica que consumimos actualmente. Si recordamos que el gobierno no quiere construir más centrales nucleares, y que las fuentes renovables de producción como la eólica o la solar no tienen suficiente capacidad de abastecimiento, tan sólo veo la posibilidad de que se aumente la producción de energía en las centrales térmicas. Pero es necesario que recordemos que una cuarta parte de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera son producidos por las centrales térmicas. Si quitamos los coches que contaminaban mucho menos, y los sustituimos por un aumento de las centrales térmicas, habremos conseguido el efecto contrario al perseguido: aumento del CO2 emitido.
La tecnología exclusivamente eléctrica está todavía en ciernes y quizás estas reflexiones queden obsoletas y carentes de significado en un futuro en el que los técnicos desarrollen nuevos sistemas que eviten o minimicen los problemas expuestos en los párrafos anteriores. En mi opinión la pila de hidrógeno puede ser la solución definitiva que erradique la infinidad de problemas a los que hace frente la industria.
Está claro que los fabricantes necesitan vender todos los días los automóviles que producen. Y además es obvio que los políticos, en este tema, están dando palos de ciego al ofrecer ayudas a productos que no existen, mientras las niegan a los que están en plena producción. Por eso, los constructores se han visto abocados a comercializar los modelos híbridos.
Por eso me sorprende que el Sr. García Sanz, presidente de ANFAC, tenga puestas tantas expectativas en los híbridos. Aunque ha apostillado que tienen que ser “enchufables”, para poder considerarlos el futuro de la industria. No obstante, habría que aclarar que un “híbrido enchufable” es más “quiero” y menos “no puedo”. Se podría decir, para que todos lo entendamos, que es más eléctrico que un híbrido normal. De hecho, siempre que tenga la batería cargada, puede circular en eléctrico, utilizando el motor de combustión cuando haya una necesidad de potencia superior o la batería se agote.
Si están siguiendo mi razonamiento, es probable que compartan conmigo que este tipo de vehículos los podemos considerar algo menos “mediopelo” que sus hermanos que recargan la batería con la fuerza del motor de combustión, y que prácticamente no funcionan nunca en modo exclusivamente eléctrico.
Jul 19 2011
EL MITO DE LOS COCHES HÍBRIDOS Y ELÉCTRICOS
Parece que los coches híbridos están de moda. De hecho, si ustedes leen este blog con asiduidad habrán observado que es el tema -y lo seguirá siendo- de varios artículos. Y no es que sea yo un fanático de este tipo de automóvil. ¡Líbreme Dios! Si quieren una confesión, les diría incluso que cada vez me estoy posicionando más en contra de esta clase de vehículos a medio camino entre uno eléctrico y uno de gasolina.
El motivo de esta reflexión es muy sencillo. Navegando por la red, me he encontrado con unas declaraciones extraídas de la conferencia impartida por Francisco Javier García Sanz, en el marco del Foro “España Innova”, evento organizado por Nueva Economía Fórum. El titular no dejaba ningún lugar a dudas: “El coche híbrido enchufable es el futuro del automóvil”. No me gusta descontextualizar unas declaraciones. Todavía menos que un conferenciante exponga frases tajantes pensando más en el titular que en su argumentación. Mas creo que la frase es suficientemente definitoria de la intención que tienen los fabricantes.
Si partimos de lo que teníamos hasta ahora, que era el coche con motor de combustión, la tendencia que se está imponiendo para el futuro es la de los motores eléctricos. Y esto no me termina de convencer por varias razones. Sobretodo por las baterías. Mientras no se diseñen baterías con mayor capacidad y más ligeras, que tarden poco tiempo en recargarse, la autonomía de un vehículo eléctrico será muy reducida. Algunos fabricantes creen que la solución se encuentra en el intercambio o alquiler de las baterías. Es decir, cuando una se agote, el cliente acudirá a una estación de servicio donde dejará su pila agotada y le proporcionarán una nueva a plena carga, pagando una determinada cantidad por el servicio. Pero claro, mientras no se estandaricen las baterías, y aumenten el número de unidades vendidas con motor eléctrico, a ver quién es el valiente que monta un negocio con muy pocas posibilidades de ser rentable a corto o medio plazo.
Por eso, parece que la tendencia dominante es la de enchufar el automóvil. Y claro, eso obliga a llenar las calles y los garajes de puntos de recarga para que cada coche, mientras no se está usando, pueda enchufarse como actualmente hacemos con el teléfono móvil. Pese a que creo que aún tardaremos tiempo en ver nuestras aceras llenas de cables atravesados para recargar los diferentes modelos eléctricos, nos podemos encontrar con otro problema añadido. Si las empresas eléctricas se quejan del déficit tarifario, qué ocurrirá cuando los vehículos eléctricos sean mayoritarios. Creo que las compañías comenzarán a subir el precio del kilovatio hasta límites insospechados. Es de cajón: a más demanda, mayor precio. Con el agravante de que España no puede producir toda la energía eléctrica que consumimos actualmente. Si recordamos que el gobierno no quiere construir más centrales nucleares, y que las fuentes renovables de producción como la eólica o la solar no tienen suficiente capacidad de abastecimiento, tan sólo veo la posibilidad de que se aumente la producción de energía en las centrales térmicas. Pero es necesario que recordemos que una cuarta parte de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera son producidos por las centrales térmicas. Si quitamos los coches que contaminaban mucho menos, y los sustituimos por un aumento de las centrales térmicas, habremos conseguido el efecto contrario al perseguido: aumento del CO2 emitido.
La tecnología exclusivamente eléctrica está todavía en ciernes y quizás estas reflexiones queden obsoletas y carentes de significado en un futuro en el que los técnicos desarrollen nuevos sistemas que eviten o minimicen los problemas expuestos en los párrafos anteriores. En mi opinión la pila de hidrógeno puede ser la solución definitiva que erradique la infinidad de problemas a los que hace frente la industria.
Está claro que los fabricantes necesitan vender todos los días los automóviles que producen. Y además es obvio que los políticos, en este tema, están dando palos de ciego al ofrecer ayudas a productos que no existen, mientras las niegan a los que están en plena producción. Por eso, los constructores se han visto abocados a comercializar los modelos híbridos.
Como su propio nombre indica, son una mezcla de motor de combustión y motor eléctrico. Es el auténtico quiero y no puedo, a precio de gama alta, y con consumos y emisiones no más bajos que muchos diesel. Son coches “supuestamente ecológicos” que no convencen a casi nadie. Y para muestra, les recomiendo que analicen los datos de matriculaciones para que comprueben el porcentaje total de híbridos vendidos respecto al total de las ventas.
Por eso me sorprende que el Sr. García Sanz, presidente de ANFAC, tenga puestas tantas expectativas en los híbridos. Aunque ha apostillado que tienen que ser “enchufables”, para poder considerarlos el futuro de la industria. No obstante, habría que aclarar que un “híbrido enchufable” es más “quiero” y menos “no puedo”. Se podría decir, para que todos lo entendamos, que es más eléctrico que un híbrido normal. De hecho, siempre que tenga la batería cargada, puede circular en eléctrico, utilizando el motor de combustión cuando haya una necesidad de potencia superior o la batería se agote.
Si están siguiendo mi razonamiento, es probable que compartan conmigo que este tipo de vehículos los podemos considerar algo menos “mediopelo” que sus hermanos que recargan la batería con la fuerza del motor de combustión, y que prácticamente no funcionan nunca en modo exclusivamente eléctrico.
By Altrade • Opinión • 0 • Tags: coches eléctricos, coches enchufables, opinion, vehiculo, vehículos híbridos